¿INFORMAR PARA, O INFORMAR POR…?
UNA MUTACIÓN SIEMPRE ES UNA SOLUCIÓN
Es evidente que los medios de comunicación están dejando progresivamente de “informar por”; es decir, reflejar o transferir una información sin ninguna finalidad, simplemente haciéndose eco de un suceso.
Por tanto, cada vez se hace más uso del “informar para”, que significa lo contrario: encaminar una información seleccionando sucesos favorables a una finalidad ya sea: didáctica, social, o simplemente interesada.
Hay quien afirma que “informar para” es simple publicidad, aunque sea con la intención más altruista y útil.
En relación a la pandemia del Covid 19, la intención constante “del para” es no bajar la guardia; aunque puedan haber otros intereses no tan trasparentes: gremiales, comerciales, incluso políticos; parece una finalidad bastante didáctica y aceptable…
De cualquier forma, como cualquier información reiterada, si siempre es mono-color, perderá forzosamente credibilidad.
Así, por ejemplo, si se habla de una nueva cepa del Covid 19, y se afirma que es mucho más contagiosa, no se dice la contrapartida: cuanto más porcentaje de asintomáticos y, por tanto, es menos maligna en conjunto, mayor es la probabilidad de contagio.
Es evidente que, si la especie humana sigue existiendo, es porque todas las enfermedades contagiosas originadas desde la mortal zoonosis pierden “virulencia” con el paso del tiempo y los sucesivos contagios entre humanos. La probable respuesta la podemos buscar en ésta misma sección.
Ya pusimos de manifiesto anteriormente las grandes dificultades para encontrar vacunas con resultados muy positivos o probables; por tanto, aceptables para enfermedades que requieren, por su limitada morbilidad relativa, un número excesivo de personas que colaboren en las pruebas, que permitan obtener valores significativos en los test.
Por ejemplo, basándonos en resultados publicados de algunas farmacéuticas, si realizamos un test Ji-cuadrado sobre un grupo de 15.000 personas a las que se lea ha suministrado una vacuna, grupo donde no se ha dado ninguna muerte por Covid 19; contra 15.000 , a las que se le ha suministrado un placebo y donde sí se ha dado un caso mortal; obtenemos con estos datos objetivos: un porcentaje de independencia del 55 por ciento, es decir, ningún efecto diferencial entre el amplio grupo control (15.000) y el mismo número de aleatorios. Por tanto, en función de los fallecidos (1), impera el azar y la prueba es absolutamente insuficiente.
Cuando en la misma prueba se habla de probabilidad superior al 90 por ciento, es que se recurre además a los considerados casos “graves”, un dato menos objetivo...
De cualquier forma, aunque el nivel de confianza de la vacuna alcance el 95 por ciento, y por tanto sea útil, el número de muertes entre los vacunados no será bajo y, si a diferencia de la gripe, todos estamos atentos, cundirá el pánico cuando muera un importante porcentaje de personas vacunadas que, además pertenecerán a los grupos más débiles y parecerá de forma errónea que la vacuna mata más que el placebo…
Es evidente que una mutación siempre será la solución para justificar que no ha sido el mismo virus y más si aparece apunto en el país donde ya se está vacunando a la población de forma masiva...
Otro ejemplo numérico: si tenemos un millón de personas que se les ha suministrado una vacuna y de ellas mueren 900, por una enfermedad; mientras tenemos otro millón de personas que no han sido vacunadas y de ellas mueren 1000; el test Ji-cuadrado nos daría los siguientes resultados: X^2= 5.26: Límite de confianza de independencia (fiabilidad de la vacuna)= 97.7 %, lo que nos da una idea de las dificultades para hacer pruebas de este tipo de vacunas, donde se requerirían ciento de miles de personas testeadas, además de las no excesivas garantías de los resultados cuando no se supera ampliamente el 99 por ciento de fiabilidad, aunque algo siempre es mejor que nada...