SINTESIS ECONOMICA

LOS ORIGENES DE LA CRISIS ECONÓMICA OCCIDENTAL

 

En 1973, Texas Instruments lanza al mercado el microchip, por requerimiento previo de la tecnología espacial. Primero, entran en juego las calculadoras y relojes y después los ordenadores domésticos. A partir de ese momento, la informática pasa a ser un producto masivo de consumo y, por tanto, susceptible de entrar en competencia de marcas, con la imprescindible necesidad de reducir costes.

Al igual que había pasado con el transistor en los años 50, que hizo aparecer a Japón como potencia económica de la nueva electrónica; la microinformática enseguida encuentra una mejor rentabilidad en Asia (Hong Kong, Taiwan, Singapur, Malasia…), por la reducción de costes de producción, sobretodo porque los costes de transporte en estos productos no son elevados.

En bloque, las nuevas tecnologías se desplazan a Asia, haciendo decaer imperios anteriormente tan consistentes como el “gigante azul” IBM.

Con Carter, la economía norteamericana empieza a dar síntomas de recesión.

Con la llegada a la casa blanca de Reagan, la situación internacional cambia radicalmente, se produce el derrumbe del bloque comunista. La inversión élite en alta tecnología estratégica ya no tiene razón de ser. Por otra parte, la carrera del espacio ya había finalizado y las fuentes tecnológicas de nuevos productos, el gran privilegio de Estados Unidos y Occidente prácticamente desaparecen.

Siempre se ha dicho que: “o se vende nuevo o se vende más barato…”, ahora sólo queda vender más barato y Occidente no está en condiciones de ser competitivo.

Reagan no ha tenido suerte; el órdago de “la guerra de las galaxias”, con el que pretendía invertir y rentabilizar nuevas tecnologías estratégicas que retornaran a las condiciones ideales de la carrera espacial, fue tan fuerte que sus oponentes soviéticos muy tocados y debilitados por la glasnost de Gorbachev se derrumban y abandonan el juego.

La mayor parte de grandes proyectos en tecnología: espacial, láser, superconductividad, supercomputación, etc… pierden motivación y, por tanto, presupuestos. Pero Reagan pretende ser un hombre práctico y se empeña en activar la economía, pero ahoya ya con soluciones que a la larga serán funestas. Coloca al mando de la Reserva Federal a un recomendado de sus amigos el matrimonio Friedman, Aland Greenspan, que aplicará progresivamente técnicas monetaristas, endeudando progresivamente a la sociedad norteamericana.

En 1982 el tipo de interés en Estados Unidos rondaba el 14 por ciento. Había ido creciendo de forma progresiva desde el final de la II Guerra Mundial. El ahorro estaba muy por encima de la inversión. El milagro Reagan era muy sencillo: bajar progresivamente el tipo de interés sacándolo del libre mercado y forzándolo a las directrices de la Reserva Federal; de esta forma se incrementa el consumo y con ello la producción. Por otra parte, se quiere más a un país consumidor que a uno productor. Cuando se necesite capital, ¿quien le va a negar el crédito a Estados Unidos…?

Por otra parte, si repunta la inflación, con 14 puntos hasta llegar a 0, hay un margen de maniobra casi “infinito”.  El “infinito” fueron 25 años para la primera potencia económica mundial. Para otros no tan poderosos, como primero Japón y ahora Europa, poco más de diez años.

La economía de mercado basada en equilibrio entre la oferta y la demanda, cuando ambas son libres de intervención externa, no es un sistema económico orientado por los humanos. Es el proceso natural de intercambio de intereses en cualquier mercado, incluso en el biológico donde se llama simbiosis. Es casi una ley física. Por tanto, no es un sistema que sea responsable de nada en la economía mundial. Es como decir que hay que acabar con la gravitación para evitar los accidentes aéreos.

Otra cuestión es el monetarismo, ideado por Milton Friedman y utilizado desde la época Reagan, al principio aparentemente con gran éxito en EEUU, por Alan Greenspan. Se basa en dejar hacer a la economía de mercado salvo en el sector bancario, cuyo tipo de interés no debe depender de un mercado libre basado en el equilibrio entre el crédito y el ahorro de cada momento económico. Dentro de la teoría monetarista, debe adaptarse a unas directrices muy simples marcadas por un organismo central, en EEUU la Reserva Federal.

En resumen, el monetarismo se basa en activar la economía bajando el tipo de interés cuando se encuentra en recesión y, por el contrario, limitar el crecimiento subiendo el tipo de interés cuando hay inflación. De esta forma, ha sido  posible en EEUU mantener un crecimiento sostenido, incluso y aquí está el problema, en épocas de prolongada recesión industrial comparada con la de Oriente.

A raíz del crecimiento inusitado de la industria y comercio en Oriente, el conjunto de la economía occidental ha perdido protagonismo. De no haberse activado la economía, en clara recesión, bajando de forma artificiosa el tipo de interés, muy por debajo del tipo medio natural situado entre el 5 y el 7 por ciento, se hubiera limitado el consumo en Occidente incrementando el ahorro. Por tanto, se hubiera equilibrado el déficit sobretodo bancario de Occidente.

 

Otros sistemas económicos más posibilistas, deberían ser más útiles, que la “selva” del mercado libre, salvo por el refrán de siempre: quién parte y reparte se lleva la mejor parte… y, en la economía de mercado, quien reparte por suerte no tiene parte…

 

Nota aparte:

 

Por debajo del cinco por ciento, y más si hay impuestos a deducir, el ahorro no se considera rentable, ya que apenas compensa el incremento medio del IPC. Cualquier otro tipo de inversión: bolsa, inmobiliaria, etc… ha dado resultados más satisfactorios.

 

 

 UN POQUITO MAS DE PAN PARA HOY, EN ESPERA DEL MILAGRO DE MAÑANA

 

El principal problema de la falta de recursos para mantener una financiación que alcance a todos es el evidente déficit bancario occidental e incluso global. La activación de la economía a base de bajar los tipos de interés, ha hecho crecer los plazos de amortización y el endeudamiento general.

 

Aunque no hubiera morosidad, la lenta amortización hace imposible regenerar nuevos créditos sin el aporte de nuevos capitales y estos, que provenían en buena parte de Oriente, escasean cada vez más.

 

Las nuevas líneas del inversor oriental son las de crear sus propios negocios, antes que invertir en el dudoso futuro de las empresas y bancos occidentales, incluso entre los residentes en Occidente. A nivel local,  es fácil ver el gran incremento de negocios dirigidos por orientales, con el valor añadido de su gran capacidad de trabajo.

 

La revaluación constante del euro hasta hace poco, hizo aflorar grandes cantidades de capitales de Oriente y de fuera de Europa, dada la elevada rentabilidad ( rédito = euribor+ cinco por ciento de revaluación anual del euro), lo que reportaba unos intereses sustanciosos próximo al diez por ciento, además de estar ampliamente garantizados. Ahora, ya nada es igual.

 

Los bancos europeos saturados de dinero compraron de todo, incluso paquetes sorpresa, poco recomendables disfrazados por los bancos norteamericanos, avanzados ya en la crisis.

 

LAS GRANDES SOLUCIONES DEMOCRATICAS: MÁS DE LO MISMO

 

¿Qué hacer, ante el enfermo crónico?. Naturalmente, remedios paliativos… que permitan acabar con sosiego la legislatura.

 

Si los bancos occidentales ya no consiguen dinero, los propios gobiernos se los prestan para que todo siga igual. Pero ya nada es igual. ¿De dónde lo pueden conseguir los gobiernos? ¿de incrementar la deuda pública?, ahora ya la necesitan por si mismos para mantener el acelerado gasto público.

 

 

¿COMO RALENTIZAR EL RENACER DE ORIENTE?

Occidente ha perdido la carrera económica, ahora casi nadie duda de ello. En un mundo globalizado, las empresas no tienen ni patria ni rey. Oriente, además de otras áreas emergentes, recupera su antigua preponderancia económica. ¿Cómo limitar su crecimiento o,  al menos, ralentizarlo?. 

 

Europa tiene experiencia en la creación de barreras arancelarias supuestamente ecológicas, incluso dentro de la propia Unión, que protegían en su momento los intereses de las empresas de los países que llevaban la batuta.

 

A principios de los ochenta, se descubre la corriente marina anómala  ENSO en el Pacifico, que de hecho siempre ha existido y era conocida por los pescadores peruanos desde hace siglos, mucho antes de la revolución industrial, como la corriente del “Niño Jesús”.

Nirenberg y otros, consideraron al principio que se trataba de un fenómeno nuevo producido por el aumento de la temperatura media de la Tierra durante el siglo XX. 

Por otra parte, las sondas rusas Venera habían llegado a Venus descubriendo unas dantescas condiciones en la superficie del planeta producidas por su densa atmósfera de CO2.

Las ancianas teorías de Arrenius y otros se rescatan del olvido. Empieza a tomar cuerpo que el CO2 puede ser un argumento útil y sobretodo utilizable.

Es posible moderar el crecimiento de las economías emergentes mediante controles “técnicos” ya que la técnica es patrimonio todavía de Occidente.

 

EL CONTROL DEL CO2, LA GRAN ESPERANZA BLANCA

 El control del exiguo 0.04% de CO2 que compone el conjunto de la atmósfera terrestre es una buena salida a la idea de ralentizar el crecimiento de las economías emergentes, principalmente orientales.

Por otra parte, y eso es cierto, el petróleo no es inagotable: si no se toman soluciones, a medida que las reservas de oro negro se vayan limitando, los precios del crudo se dispararán, como de hecho sucedió durante la crisis del Canal de Suez en los años 70.

 

Todos los políticos occidentales están de acuerdo en buscar alternativas al petróleo. No se puede volver a pasar por lo mismo y por la dependencia de la OPEP… Hay que buscar soluciones drásticas. Controlar a nivel mundial las emisiones de CO2 parece una medida apropiada y así se matan, no dos, sino tres pájaros de un tiro: limitación del consumo de petróleo y de la dependencia consecuente a la OPEP, ralentización del desarrollo de los países emergentes en espera de la readaptación de la economía occidental y, por último, creación de nuevas tecnologías, evidentemente fáciles, ya que no necesitan ser competitivas en un mercado protegido.

 

Al principio, a los gobernantes americanos la idea de la problemática del CO2 no les parece válida. Es un país productor, con sectores comprometidos con el petróleo, y sobretodo, es la principal nación productora de ciencia y, por tanto, encontrará dificultades para conseguir “autos de fe” entre sus científicos. Pero, las expectativas de nuevas tecnologías fáciles y rentables como los molinillos de viento o los espejos calefactores son prometedoras y pronto se presentan lobis patrocinadores…

 

Todo se basa en conseguir un buen adalid. Lo será Al Gore. Hubiera sido deseable un gran científico, premios Nobel no le faltan, incluso algunos vinculados originalmente al cambio climático de origen antrópico, pero grandes cerebros auténticos especialistas en geofísica como Fred Singer y otros se manifiestan contrarios. Como veremos el futuro IPCC recibirá el premio Nobel, pero no el que sería lógico, el de física. Recibirá el premio Nobel de la paz, premio en gran parte destinado a los políticos y de política se trata, no de ciencia.  

 

Nadie duda que la salvaguarda del medio ambiente sea una cuestión prioritaria para la defensa del futuro de la humanidad, pero ponerse ahora en contra del poco alimento de CO2 que les queda a las plantas tras la explosión biológica de la eras primaria y secundaria, parece un poco absurdo. Además, la temperatura media estándar de la Tierra, reducida tras la explosión principalmente del volcán Tambora en 1815, se alcanzara en pocos años y ni el mercurio ni el CO2 seguirán subiendo. Esperemos que no se de una erupción VEI VI o superior en los próximos años o que no caiga ningún asteroide. En las próximas décadas será difícil certificar el aumento de las temperaturas si no pasa nada. Pero si sucede alguna gran erupción las temperaturas se desplomarían y con el todo el sistema.  La gran vergüenza de Occidente llegaría demasiado pronto.   

 

 

 

 

 

EVITAR LAS REVOLUCIONES CULTURALES

El duro periodo histórico que sufrió China, desde “El gran salto adelante” (1960) hasta  el fin de la “Revolución Cultural” (1975), fue causantes de una hambruna que mató a 30 millones de personas e hizo que todo un partido comunista chino se replanteara la necesidad de girar 180 grados el rumbo de su sistema económico y adentrarse en la, esta vez incluso milagrosa, selva de la economía libre.

El sistema chino actual es sencillo: la política no debe entrometerse en la economía y ésta debe dejar hacer al partido comunista su labor a largo plazo. China es el país de la paciencia y de las largas marchas. Para ello, las estructuras económicas chinas deben pagar tan solo un diezmo al partido comunista, para lo necesario y suficiente.

Por el contrario, las economías inter-electorales occidentales tienen sólo cuatro años para endeudarse en lo posible, lo que siempre a nivel de partido es conveniente. Endeudarse significa: comer y dar de comer incluso hasta hartarse y, sobretodo, que la siguiente legislatura de la oposición limpie los platos…

La crisis actual nos debería hacer aprender de la historia y ver que la intromisión política en la economía causa grandes y pequeñas, pero siempre nefastas, revoluciones culturales. Incluso el monetarismo de Friedman y Greenspan, una estructura económica “casi” libre, no ha dado resultados positivos, por culpa de  “casi”. 

El partido comunista chino no tiene que enmarcar realizaciones de cara a su opinión publica. Tiene todo el tiempo del mundo y una capacidad de ahorro que le permite dejar dinero a los derrochadores electorales occidentales. Con el tiempo podrá enmarcar su política con los hilos de oro que ya mueven ahora la economía mundial.

 

 

EUROPA Y EL MONETARISMO

Gracias al descenso casi permanente de los tipos de interés, la economía norteamericana experimentó durante más de 20 años una reactivación persistente consolidada con la salvaguarda del sistema monetarista incluso por Clinton, pero a su vez creó un endeudamiento astronómico con las economías emergentes principalmente de Asia. Europa quedó al principio bastante al margen del problema, hasta la convergencia al euro.

La necesidad de abordar la nueva moneda con un déficit publico cero, “iluminó” a los políticos europeos reacios hasta entonces a bajar el tipo de interés.

Naturalmente, hubo consenso y el euribor siguió los pasos del tipo americano. Las consecuencias fueron inmediatas, se disparó el consumo, sobretodo en el sector más estimulado: la vivienda; la gran panacea de las administraciones. La vivienda es uno de los pocos productos que no se importa y da trabajo local. Por otra parte, a todos menos al comprador interesa que sea muy cara. Los impuestos (licencias, escrituras, etc…) se cobran de inmediato, mientras el comprador dedicara una o más vidas para pagarla.

Los resultados fueron más que satisfactorios. Casi todos los países cumplieron en el 2000 con el inicio del euro y las arcas públicas saneadas.

¿Por qué no seguir endeudando un poco más a la población?...

Con el euro en marcha todo tenía que volver a su sitio. Pero, endeudar un poco más a la población puede mantener la euforia económica y la mayoría de los gobiernos europeos estuvieron de acuerdo en persistir en la solución monetarista.

 

EAPA ÑA TAMBIEN CON FRIEDMAN

En España, el gobierno del PP mantiene la premisa monetarista a inicios del nuevo milenio, el precio de la vivienda se dispara a medida que aumenta la construcción y baja el tipo de interés. Los ingresos consecuentes de las arcas públicas crecen más del siete por ciento cada año. No obstante, Aznar frena la recaudación creciente, bajando impuestos. Como consecuencia, la actividad económica se dispara aún más. “España va bien”…, incluso al galope.

Sube el gobierno socialista. La respuesta del nuevo gobierno Zapatero sobre la situación es la de mantener la continuidad, salvo en lo de reducir impuestos…

A medida que se incrementa la recaudación, sube el gasto público. Se crean tres millones de puestos de trabajo, en gran parte del sector público o para-público y en su mayoría en las administraciones. Al contrario que sucede en las oficinas de las empresas del sector privado, que no paran de reducirse a medida que avanza la informatización; en el sector público, la informatización no sustituye a nadie. Las administraciones crecen y crecen, en algunos municipios ya son “pocos” los que están fuera…

 

Estalla la burbuja inmobiliaria

Todos sabíamos que tenía que pasar; la burbuja ha estallado, con lo inmensa que era. Parece mentira que haya durado tanto y que “mala suerte” que no durara más todavía…

¡Mira que ganar las últimas elecciones. A nosotros nos tenía que tocar!

Si puedo ir tirando…, con un poquito más de lo mismo... Todo se basa en aplazar pagos hasta  la siguiente legislatura… Que muerto le va caer al siguiente… Que reduzca plantilla, si se atreve…

 

 

 

ECONOMIA PROTEGIDA, ECONOMIA PERDIDA

 

Un determinado partido o un grupo de cualquier naturaleza (grupo x), alcanza el poder, ya sea en democracia o de forma impuesta. El grupo x, tiene la capacidad de favorecer a una determinada empresas (empresa z) para que acceda con mayor facilidad a un mercado que está directa o indirectamente protegido. Como consecuencia, la empresa z, pague o no comisiones al grupo x, no requiere ser competitiva para obtener beneficios.

Si z no ha pagado comisiones a x, no es ni siquiera delictiva. Pero, cuando el grupo x, abandona el poder, la empresa z, al no ser competitiva no puede abordar un mercado libre y mucho menos otro intervenido que apoye ahora a otra nueva empresa j.

De todo ello, podemos afirmar que la intromisión política o incluso gremial en el mercado libre limita la competitividad de las empresas y, algo mucho peor, reduce o incluso anula el mercado de libre competencia.

No sólo en España, también en otros países europeos el crecimiento de la estructura política ha hecho menguar el mercado libre y con ello la capacidad competitiva de las empresas europeas.

En España, la sobreestructura política se extiende progresivamente invadiendo mercados que antes eran muy competitivos. Por ejemplo: Catalunya, alejada antaño de los privilegios políticos más vinculados a Madrid y de ahí su éxito histórico, ha reducido progresivamente su capacidad de competencia a medida que los partidos políticos han invadido, tanto las empresas, como la propia libertad de mercado. En consecuencia, la empresa libre y competitiva con capacidad exportadora ha perdido peso a medida que la economía catalana se adentra en un mercado interno protegido, cada vez más local.

Para dar la imagen contraria, muchos trabajos y servicios del sector público se externalizan, pero casi nunca hacia el mercado libre. Por lo común, pasan a formar parte de la poco competitiva empresa protegida, que en muchas ocasiones se limitará a subcontratar el servicio a otra empresa, a veces también protegida, que incluso volverá a hacer lo mismo, encareciendo y deteriorando la calidad del servicio.