QUE LA PELOTA SIGA RODANDO
La falta de competitividad de Occidente va mucho más allá de la imagen de aparente sostenibilidad. Tanto los gobiernos, como las grandes empresas protegidas que en Europa son mayoritarias, así como los bancos, todos coinciden en la necesidad de aparentar una prosperidad creciente o por lo menos una estabilidad que en muchos casos es insostenible.
La deuda oculta de las empresas se refiere a aquellas obligaciones financieras que no aparecen en los balances oficiales, lo que puede generar una imagen distorsionada de su salud financiera. Este tipo de deuda puede acumularse en diferentes sectores, incluyendo el público, bancario, empresarial y bastante menos en el familiar o en la pequeña empresa.
Como es lógico, la deuda oculta, no suelen ser evidentes en las estadísticas convencionales.
La fortuna comparativa de España es el gran volumen de la pequeña empresa, casi siempre peor tratada por el crédito, que representa un importante porcentaje de la economía española. Por tanto, no es susceptible de mantener deuda oculta, salvo en el sector de la construcción y como vestigios de la crisis del ladrillo, de décadas anteriores.
Además, en algunos países sobretodo europeos, las grandes empresas pueden acumular deudas que superan las del sector público ya que no tienen que presentar tanta transparencia como los gobiernos. Por tanto, incluso determinada deuda de los gobiernos puede ser recolocada en el mundo de la gran empresa y sobretodo de los bancos, lo que puede llevar a situaciones críticas en las que los bancos deben asumir los impagos de otros sectores durante una crisis. Esta falta de transparencia dificulta la evaluación real de la salud económica y contribuye a un desequilibrio global en las cuentas entre países deudores y acreedores.
Aún no siendo empresas políticamente protegidas, como sucedió con la crisis del ladrillo, empresas incluso ya inexistentes, siguen siendo refinanciadas y, si por ejemplo, debían 100 millones, al año siguiente pasan simplemente a deber 110, con lo que el banco justifica incluso un aumento de activos...
Según un informe de la CIA, durante la década de 2000 a 2010, se observó un aumento significativo en la deuda global, que pasó del 200% al 400% del PIB de media en muchos países, lo más probable es que en los 15 años posteriores haya seguido por lo menos la misma progresión. Es evidente, que indica un alto nivel de endeudamiento que no siempre se refleja adecuadamente en los informes económicos. Esta falta de transparencia puede dificultar la evaluación real de la salud financiera de los bancos y del sistema económico en general .
Esto en Europa, en Estados Unidos, donde la deuda depende más de la inversión bursátil, nos encontramos que la falta de competitividad hace que las grandes empresas se refugien en la inversión de futuro, incluso en sectores difíciles como: el aeropespacial, los vehículos eléctricos y ahora en la IA, sectores con mucho futuro pero con muy difícil presente. Pese a los intentos de equilibrar la balanza mediante aranceles, no se consigue nada a medio y menos a largo plazo.
La única solución real en Occidente es: dejar de creernos que somos ricos y más capaces, reducir cargas sobretodo políticas y trabajar tanto y por tan poco dinero, como el resto del mundo emergente. Además, claro está, de que se olviden nuestros acreedores de cobrar nuestras billonarias deudas. Esto último, puede ser incluso lo más difícil...