LA SÍNTESIS ESTADÍSTICA EN PROBLEMAS COMO EL CORONAVIRUS


Los números de fallecidos que se dan por una epidemia y ahora ya pandemia, como la del coronavirus de la pseudogripe actual, podrían ser alarmantes, sobretodo sino se encuadran en un marco estadístico adecuado.

A groso modo, algo más de un uno por ciento de la población de un país como España debe morir cada año, ya que nuestra esperanza de vida es longeva, algo superior a 80 años. En una nación como la nuestra, por tanto, los decesos deben ser algo mayores de medio millón de personas al año, un valor medio aceptable si el nivel de desarrollo es semejante al nuestro. Lo lógico, es que cerca del 90 por ciento de las muertes lo sean de enfermedad; en gran parte cerca de esos 80 años de esperanza de vida.

La mayoría de muertes por complicaciones principalmente neumónicas son causadas por una gripe o un simple resfriado, ya sea de un coronavirus, rinovirus u otros virus de antiguo origen gripal. Su porcentaje no puede ser inferior a un diez por ciento de los decesos anuales. Por tanto, estamos hablando de un mínimo de 50.000 muertes anuales en las mejores condiciones climáticas y de desarrollo. En un país como España, con clima menos benigno, la media se aproxima más a 100.000, y el doble de defunciones en los años de pandemias intensas de gripe.

A partir de aquí, ya podemos valorar la gravedad del actual coronavirus, comparando cifras de lo que, probablemente, antes hubiera sido una simple nueva cepa de gripe que, de cada diez a quince años, rebrotan provenientes probablemente de animales en muchos casos contagiados antes por los propios humanos.

Retornando a las bases estadísticas o numéricas, la diferencia de la gravedad de una epidemia o pandemia entre un país con recursos económicos y otro no desarrollado pueden ser extremas y el mejor tratamiento es no perder el nivel de desarrollo.

Como es evidente, la pobreza es la más grave de las enfermedades y el paralizar la vida económica incluso a nivel global para “echar pelotas fuera”, es decir, liberarse o traspasar responsabilidades, una actitud muy funcionarial aunque se haga con las mejores intenciones, puede tener unas consecuencias mucho más funestas que los propios efectos de una nueva pseudo-gripe, cuya edad media de fallecimientos casi coincide con la esperanza de vida de cada nación afectada. No se necesita ser un gran experto en números para darnos cuenta que dicha semejanza de edades indica que los decesos se deben más a las limitaciones inmunológicas de la edad que a la propia enfermedad.

Dejando aparte que todo pueda tener una base de especulación también gremial, ni en tiempos de guerra se puede paralizar la economía, la sangre del gran organismo social que es la Tierra y sus habitantes. Es como cortar el flujo sanguíneo de un organismo para que la infección no llegue al corazón.