EL PRIMER CELIBATO CATÓLICO
Ya con las primeras cruzadas, la iglesia católica impuso el celibato a sus órdenes con la clara intención de evitar la dispersión de lo “obtenido” entre las posibles familias biológicas que los clérigos cruzados pudieran tener.
Judíos eran quienes tenían una biblia manuscrita y sabían leerla. Naturalmente, sólo existía en la práctica el antiguos testamento. Por tanto, judíos eran los nobles o poderosos capaces de leer y escribir con todas las posibilidades consecuentes…
El catolicismo de la primera época se planteó la tradicional lucha de clases en la que algunos nobles calificados católicos compartieran los beneficios de su cruzada local con los poderes de Roma.
Aun siendo una simple y tradicional apropiación de los bienes de los poderosos: judíos, musulmanes, incluso católicos independientes., las consecuencias fueron la expansión de los reinos y la formación de naciones “católicas” que configurarían Europa.
Los luchadores católicos pre-cruzados y posteriormente cruzados fueron en general gentes sin fortuna, ávidas de subsistencia, provenientes de zonas inhóspitas del norte: normandos y gentes desheredadas buscadoras de simples alimentos y pertenencias, que aceptaban incluso la disciplina del “celibato” que impidiese la apropiación familiar de lo obtenido de la antigua nobleza en nombre de la nueva cruz.
EL ACTUAL CELIBATO CATÓLICO.
Bajo las mismas bases, el celibato católico actual, además de impedir la dispersión del patrimonio de la iglesia, requiere en la actualidad de un celibato regenerador basado en la castidad reproductora o biológica. La asexualidad práctica es ideológica pero más difícil de llevar que la menos frustrante homosexualidad que en muchos de sus clérigos no deja de ser una solución válida. No se trata ya de un simple oportunismo ocasional pederasta con los niños escolarizados. Se trata de conseguir que la homosexualidad consecuente a dicha actividad nutra de nuevos clérigos, cada vez más escasos, a las propias órdenes religiosas.