LA PASCUA Y UN NUEVO CALENDARIO CRISTIANO
(articulo de opinión)
Si intentamos adaptar la cronología a los orígenes de las antiguas religiones occidentales
tenemos que ordenar un conjunto desconexo de “historias” sectoriales parciales con una más probable realidad cronológica.
Como hemos dicho, la historia hay que buscarla más en las piedras que en los libros.
Los calendarios son muy significativos a las cronologías históricas.
El antiguo calendario cristiano tiene su atribuido origen como año 1, ¿a las persecuciones de cristianos por Diocleciano…?, si bien es más probable su origen al nacimiento coincidente de Constantino I, el artífice del primer cristianismo.
Con elevada probabilidad podría atribuirse a que, tras el concilio de Nicea, Constantino I, al igual que su antecesor, con quien se educó en Oriente, Diocleciano (primer emperador en auto-nombrarse en vida dios), Constantino hiciera lo mismo, de ahí el primer calendario cristiano.
Por tanto, Constantino podría unificar la llegada del mesías prometido de los judíos a las ideologías monofisistas de la reencarnación de un dios oriental como Crisna, de naturaleza no material, con la que, por el contrario, se atribuían a los apóstoles; es decir, seres de carne y hueso, como: Moisés, Cristo para los arrianos e islámicos, y para estos últimos, después, también Mahoma.
Aparte, de la en su momento reciente auto-atribución divina en vida de los emperadores romanos; tal unificación religiosa intentaba mantener un mayor espectro ideológico que facilitase la convivencia tradicional religiosa dentro del imperio romano, hasta que el dogmatismo a ultranza de Justiniano, causante de varios cismas que todavía perduran, quiso imponer la deidad oriental monofisista.
Con la llegada de Justiniano I, al poder bizantino y el intento de restauración de la Roma imperial y de la religión cristiana, como única del imperio, renace la ideología pseudo-faraónica únicamente monofisista, es decir, la de dios inmaterial, probablemente reencarnable, con el áurea de origen indú, que deifica mediante la santidad especial; tanto a Constantino, como al propio Justiniano.
La idea monofisista, impuesta a la fuerza, no satisface a los “corpóreos”: tanto a los antiguos judíos, como a arrianos, o a los que serán musulmanes con un nuevo profeta Mahoma.
Tras Justiniano, un clérigo docto llamado Dionisio pone un nuevo orden cronológico con el estudio astronómico de la pascua. Por tanto, se reedifica el cristianismo con un nuevo calendario que sitúa al nuevo e histórico Cristo tres siglos antes y crea las bases del nuevo testamento…