OCCIDENTE NO ES COMPETITIVO NI CON SUS ARMAS
La falta competitividad de la economía occidental es la temática más repetida de forma continua.
No sólo la agricultura es menos competitiva por las justificadas quejas de los agricultores; la industria occidental se encuentra extremadamente lastrada por mayores cargas: desde ecológicas, (más políticas que físicas) a mayores impuestos y costes laborales superlativos comparados con los de Oriente.
El problema va más allá de la imparable y creciente deuda occidental, afecta incluso a sectores estratégicos como los descomunales precios de las armas occidentales.
La respuesta iraní al bombardeo de su embajada por Israel fue mucho más explícita que cruenta. Los medios occidentales pusieron de manifiesto la efectividad de las medidas defensivas, tanto de los misiles interceptores israelíes, como norteamericanos se mostraron muy válidos, salvo por el problema de siempre: el coste de los misiles defensivos fue cientos de veces superior al de los misiles y drones atacantes.
Incluso los dirigentes de Estados Unidos, siempre dispuestos a exportar armas, se dieron cuenta de la trampa iraní y exigieron el cese de la escalada, que podía ser más que ruinosa. Si el volumen de los medios iraníes, aunque técnicamente inferiores, se repetía con facilidad por su muy bajo coste podían saturar las costosas medidas de defensa y dejar sin reservas a los más sofisticados pero con precios astronómicos medios de Israel y Estados Unidos, ya no digamos a la desarmada Europa.
Con la caída económica de Occidente y unos recursos cada vez más limitados, una mayor parte de sus dirigentes pretende crear un sistema más intervenido políticamente que el de libre comercio, el que hizo prosperar a la Europa de la posguerra o al Oriente actual. Con sólo un período de cuatro años de los gobiernos democráticos, la solución casi siempre pasa por una economía basada en más endeudamiento, que requiere ser justificado por situaciones de crisis ya sean: ecológicas, sanitarias y ahora ya bélicas.
Sin duda, se ha entrado en una situación sobretodo en Europa occidental de economía casi tan centralizada e intervenida como la que arruinó a los países del Este de Europa.
El problema es que Occidente ha dejado de ser el motor mundial de la economía y del comercio competente. Ahora debe vivir, no del funcionalismo económico. Como cualquier organismo biológico que ya no crece y decae, debe recurrir al auto-consumo estructural, creando una nueva sociedad privilegiada política, donde se refugie la nueva nobleza medieval,