LA AVALANCHA DE LA EDAD DELICADA
El envejecimiento de la población de países como Italia o España que han tenido un número de hijos por pareja bastante inferior a dos de media, además de otras circunstancias que limitan el crecimiento tradicional de la población, generan una pirámide inversa poblacional y, como consecuencia, un fuerte incremento anual de personas al límite de edad de sus probabilidades de supervivencia, que se traduce en un incremento bastante regular en el número de decesos cada año próximo al 2.5 por ciento de aumento anual, tal como se observa en la grafica adjunta a partir de datos del INE(MOMO).
En décadas anteriores era común observar que tras una pandemia de gripe, por sus consecuencias directas e indirectas, hubieran inviernos alternativos con muchos y pocos decesos por esa enfermedad; próximos a 100.000 como en 2005 por grandes pandemias y, por el contrario, en el siguiente año el número de decesos invernales se redujeran a sólo la mitad: 50.000 en 2006.
Aparte del aumento de las defensas inmunológicas de la población tras una pandemia, otra causa evidente es que al morir un número mayor de personas con limitadas defensas, al siguiente año se redujeran los decesos de dicho grupo al ser menos numeroso.
Todo esto es fácil de observar en el gráfico adjunto de evolución de decesos.
Ahora bien, en los últimos años no se está observando el mismo fenómeno, debido a la fuerte acumulación por sobre-envejecimiento que podríamos llamar sobre-acumulación o avalancha de personas muy mayores inmunodeficientes o impedidas; como consecuencia, el número de decesos no puede disminuir y cualquier epidemia o pandemia, como la del coronavirus Covid-19, siempre encontrará un número potencial de víctimas extremadamente elevado; lo que hace que España e Italia sean particularmente sensibles y el volumen de decesos sea mayor.
Es evidente, que muchos fallecidos se encontraban ingresados en residencias geriátricas y que en numerosos casos se han dado circunstancias anómalas potenciadas por el revuelo informativo que no tenía que haberse producido. El caos y pánico consecuente ha ocasionado la permanencia prolongada en situación de acostado supino, favoreciendo la invasión bronquial, mientras que la incorporación o acostado prono hubiera dado probablemente mejores resultados. La capacidad de incorporación o simple cambio de postura es imposibles de realizar en el perfil de una gran mayoría de afectados graves, además de la proximidad de los contagios en los centros, lo que ha potenciado el número de decesos. También, es evidente que el número de decesos en las residencias superan el 10 por ciento anual sin epidemias. Hasta que no pase la inversión de la pirámide poblacional, cada año morirá un porcentaje mayor de ancianos sobretodo impedidos, con o sin coronavirus...