DISCREPANCIAS ESTADÍSTICAS CON LA INFORMACIÓN DEL COVID19



Como comentábamos en otros artículos anteriores lo que tenía que suceder ha sucedido, la pandemia global del COVID19 se ha extendido por todo el planeta; debido a la dificultad en su fase epidémica de controlar una enfermedad básicamente “benigna”, dado la imposibilidad de seguir el curso de quienes no manifiestas síntomas apreciables aunque siguen siendo contagiadores.

También mencionábamos la dificultad para evaluar los casos de afectados por el coronavirus en cuestión. Como tantas veces, la estadística va en sentido contrario que la “sopa de letras” de la información. Por ejemplo, si observamos un grupo control aleatorio, como puede ser los políticos afectados que se han sometido al análisis, vemos que un importante porcentaje son positivos; por tanto, extrapolando dichos resultados al resto de la población, los afectados globales de España no podrían ser de menos de varios millones y no los reducidos valores que se dan de sólo miles de personas. Es decir, los elevados índices de mortalidad no son aleatorios entre los contagiados o positivos, sino entre los hospitalizados y otros controlados vinculados a los primeros.

Recordemos que la neumonía de por sí, sea cual sea su causa y más si es bacteriana, que no parece ser el caso de la consecuente de los afectados graves por el coronavirus, mata a cerca del diez por ciento de los hospitalizados.

Volviendo a lo que decíamos sobre los resultados de edad de los muertos por el coronavirus; en Italia, cuya información por parte de los medios oficiales o sanitarios es más trasparente que en China o España, la edad media de las muertes es de 83 años. Cabe escusar en nuestro caso, que la información está vinculada a las autonomías y no está unificada.

En estadística, hay una prueba que indica el grado de independencia de dos medias, en función de los valores observados y de la extensión de la muestra.

En una muestra de más de mil muertos en Italia, el 56 por ciento de los fallecidos se encontraba por encima de los 80 años; por tanto, la media se situaría en unos 83 años, incluso algo por encima de la media de esperanza de vida del conjunto de los italianos.

Es evidente, que el grado de malignidad de una enfermedad desplaza la media de edad de decesos hacia valores incluso por debajo de los 70 años y, si existiese mortalidad infantil, a una edad mucho menor.

En concreto, en el momento de la muestra no habían muertes de menores de 50 años, ahora me parece que hay alguno; en todos los casos, incluso entre los menores de 80, se observaban antecedentes de deficiencia inmunológica por otras enfermedades.

Volvemos a insistir: ¿vale la pena paralizar la economía por una epidemia que sólo mata a quienes tienen los días contados ..? ¿El sobre-esfuerzo sanitario y la acumulación en los hospitales por el pánico social no incrementará otras muertes por enfermedades más graves desatendidas..?

Y lo peor, ¿alguien o alguna estructura sale ganado por nuestra falta de conocimiento y sentido crítico…?